La Facultad de Ingeniería Mecánica y Eléctrica (FIME) vive un momento decisivo en su historia. Dos visiones contrastantes se disputan el futuro de la facultad: por un lado, Nasser Mohamed, conocido entre alumnos y colegas como el “Sheldon Nasser”, un perfil científico e innovador que representa la apuesta por la modernidad y la transformación académica; por otro, el maestro Arturo del Ángel Ramírez, quien fungiera como secretario técnico en años anteriores y que encarna la continuidad de un modelo que ha prevalecido durante casi dos décadas.
Sin embargo, más allá de los proyectos y discursos, en los pasillos se escuchan preocupaciones que empañan el proceso. Diversas voces denuncian que se impulsa el llamado “voto abierto”, acompañado de la exigencia de mostrar fotografías de las boletas como prueba de apoyo. Este mecanismo genera un ambiente de presión donde muchos profesores sienten que deben votar no por convicción, sino por obligación. Otros, temerosos de las consecuencias, prefieren abstenerse de respaldar un verdadero cambio.
Durante los últimos 18 años, la facultad ha estado marcada por este sistema de control que limita la libertad académica y debilita la confianza en el proceso democrático. Ahora, al presentarse la disyuntiva entre innovación y continuidad, se intenta disfrazar estas presiones bajo el argumento de la “unidad”. Pero la verdadera unidad no nace del miedo ni de la imposición: se construye desde el respeto a la pluralidad y la capacidad de aceptar al que piensa diferente.
La comunidad de FIME merece una elección libre, donde el voto refleje la esperanza y la visión de cada profesor y estudiante, no las exigencias de un sistema que se resiste a cambiar. La unidad real se logra con respeto, diálogo y libertad, no con presiones ni con amenazas veladas.