Se le veía incómoda, nunca perdió la sonrisa, pero se notaba a leguas que no estaba a gusto.
Los últimos días de la campaña de Mariana Rodríguez fueron así, como su estuviera en un debate constante.
Lo suyo eran los pegoteos de calcas, las fotos con la gente, las historias en redes sociales, pero cuando había que entrar en personaje político como en la presentación de sus propuestas se robotizaba.
Dicen los allegados que ella no quería ser alcaldesa, que ni siquiera senadora como era el plan inicial, que todo lo hizo por orden de Samuel su esposo.
Mariana terminó por estresarse y más cuando venían los debates y tendría que enfrentar a un “Tiburón” como Adrián de la Garza, el uso del apuntador para saber que responder, las evasivas a las preguntas incómodas, incluso la contratación de Arnoldo Cantú para aparecer como candidato en el debate y dedicarse a atacar al candidato de Fuerza y Corazón por Nuevo León, no fueron suficientes.
Después de ser mamá los planes de la “Chavacana” cambiaron, pero o los de Samuel, quien quería a toda costa la capital del estado, pero ni siendo el gobernador y poniendo a disposición todo el aparato político se logró el triunfo.
¿Por qué?, pues primero porque el gobernador “fosfo, fosfo” se ha ganado el repudio de muchos y todos sabíamos que él estaría detrás de su esposa en el gobierno municipal, en segundo porque su antecesor y compadre del mismo partido hizo un muy mal trabajo en el municipio gente no quería repetir.
Y por último, pero no menos importante porque Mariana no es política.
Likes no son votos
Tal vez se les olvide, pero por más contendientes bizarros que han querido colocar en la política de Nuevo León, ligados al espectáculo, pero no a la política, no ha funcionado.
El “Viejo Paulino”, “Chis-Chas”, recientemente “Konan Big”, Ramiro el de “Bronco” o Karla Minaya son personajes que solo atraen algunos votos para sus respectivos partidos, pero no son postulados para ganar.
Bueno, algo similar pasó con Mariana, es muy famosa, pero no ganó.
El último compromiso como candidata y en el que se le vio el doble o triple de incómoda a Mariana su tener que subir unos minutos después de cerradas las casillas a decir que habían ganado, que sus contrincantes aceptaran la derrota y que no judicializaran la elección.
Más de uno se burló, los números reales, los serios, no los de una encuestadora sacada de un mundo de fantasía, la ponía abajo en las preferencias desde las primeras casillas computadas.
Fue hasta 15 horas después, al día siguiente que Mariana volvió a ser Mariana, publicó una historia maquillándose frente al teléfono y explicando que los resultados hasta el momento no la favorecían.
Un rostro relajado y su sonrisa perfecta hacían parecer que nunca había dejado de ser influencer, como si no hubiera pasado por dos meses de campaña y otros dos de preparación en busca de ser alcaldesa de Monterrey.
Ser influencer no está mal, lo que está mal es ser influencer y querer saltar a una alcaldía de la noche a la mañana.
Preguntas para cerrar
¿te imaginas que Marina hubiera ganado?, ¿hubiera podido con la presión?, ¿otros hubieran tomado las decisiones por ella? ¿daría la sorpresa y arreglaría las problemáticas del municipio?