En cada viaje en carretera, en cada taxi urbano o en cada avión comercial, late un corazón mecánico que fue la base del siglo XX: el motor de combustión interna. Más que piezas de acero, válvulas y pistones, estos motores son una obra de ingeniería aplicada que transformó la forma en que vivimos, trabajamos y nos movemos.
El principio es, en apariencia, sencillo: encerrar una mezcla de aire y combustible, comprimirla y encenderla con una chispa. La explosión resultante empuja un pistón, que transmite el movimiento a un cigüeñal y lo convierte en energía mecánica. Pero este ciclo —conocido como Otto en los motores de gasolina y Diésel en los de su homónimo Rudolf Diesel— es en realidad una coreografía precisa de termodinámica y mecánica de precisión.
Detrás de cada acelerón hay física pura: gases que se expanden, presiones que suben a miles de kilopascales, temperaturas que alcanzan 2,000 °C, y piezas que deben resistir sin deformarse. Todo ocurre en fracciones de segundo, miles de veces por minuto. Un motor promedio ejecuta hasta 3,600 explosiones por minuto cuando el auto va a 60 km/h.
Pero lo fascinante no es solo su funcionamiento, sino su impacto cultural. El motor de combustión convirtió las ciudades en megalópolis interconectadas, impulsó la aviación comercial, hizo posible el transporte de mercancías a gran escala y dio forma al mito del automóvil como símbolo de libertad. Fue, en muchos sentidos, el motor de la modernidad.
Hoy, con el auge de los motores eléctricos y la urgencia climática, estos sistemas parecen estar en su ocaso. Sin embargo, su historia no desaparece: sigue inspirando innovaciones en combustibles sintéticos, híbridos y mejoras en eficiencia. Los motores de combustión nos recuerdan que la ingeniería no es eterna, sino que evoluciona. Y quizá, dentro de un siglo, se vean como lo que realmente fueron: la alquimia moderna que convirtió gotas de hidrocarburo en kilómetros de movimiento.
Y recordemos que: “El automóvil no es un lujo, es un instrumento de progreso.” — Rudolf Diesel
El Ingeniero Regio
Dr. José Rubén Morones Ramírez
- Profesor e Investigador
- Centro de Investigación en Biotecnología y Nanotecnología (CIByN)
- Facultad de Ciencias Químicas
- Universidad Autónoma de Nuevo León.
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