La intención de mostrar una ciudad sede más “amigable” ha provocado el desplazamiento de más de 12 mil personas en situación vulnerable de la capital francesa.
Activistas franceses denunciaron que las autoridades han intensificado la operación para sacar en autobús a personas “indeseables” de la región de Île-de-France, que incluye a la capital del país, en anticipación del inicio del torneo deportivo.
Entre los desplazados se encuentran solicitantes de asilo, así como familias y niños que ya se encuentran en una situación precaria y vulnerable, advirtió el colectivo Le Revers de la Médaille, que representa a 90 asociaciones sociales, en un informe publicado el pasado lunes 3 de junio y consignado por el diario The Guardian.
“La policía también está tomando medidas enérgicas contra los trabajadores sexuales y los adictos, sacándolos de sus redes habituales en las que podían recibir atención médica y apoyo vitales”, denunciaron. “La región de Île-de-France se ha visto vaciada de personas que las autoridades consideran indeseables”, concluyó.
En el reporte, el colectivo precisa que las expulsiones y el desmantelamiento de campamentos de tiendas en la ciudad y sus alrededores se han intensificado desde abril del año pasado y que un total de 12.545 personas fueron desplazadas en los últimos 13 meses.
El diario británico recoge en su nota sobre el fenómeno las palabras de Paul Alauzy, coordinador de vigilancia sanitaria de la ONG francesa Médicos del Mundo, quien acusa a las autoridades locales de realizar lo que describe como una “limpieza social” de la población más precaria de la ciudad.
Esto, según la opinión de Alauzy, para que París “aparezca de la manera más halagadora posible” durante los Juegos Olímpicos, que se realizarán en la capital francesa desde el 26 de julio hasta el 11 de agosto de este año.
“Están ocultando la miseria debajo de la alfombra”, afirmó el coordinador de Médicos del Mundo, detallando que la gente estaba siendo trasladada en autobús a centros regionales temporales establecidos el año pasado como una solución a corto plazo.
“Si esto fuera realmente una solución digna al problema, la gente estaría luchando por subirse a los autobuses. Pero no es así. Estamos en el proceso de hacerles la vida imposible a estas personas”, aseguró.