En la era de los teléfonos inteligentes y la inteligencia artificial, es fácil pensar que todo lo que usamos es nuevo. Sin embargo, muchos de los objetos y sistemas que sostienen nuestra vida moderna tienen raíces que se remontan miles de años atrás. La ingeniería de las civilizaciones antiguas creó soluciones tan ingeniosas que aún hoy las utilizamos, a veces con mejoras tecnológicas, pero fieles a la idea original.
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El concreto romano
Los romanos desarrollaron un concreto capaz de resistir siglos de erosión, mezcla de cal, agua y ceniza volcánica. Muchas de sus estructuras, como el Panteón, siguen en pie después de casi dos milenios. Nuestro concreto moderno, aunque más controlado, sigue el mismo principio: combinar aglomerantes con áridos para crear una piedra artificial moldeable.
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Los acueductos
El agua potable en las ciudades no sería posible sin los acueductos que ya usaban romanos, griegos y mesoamericanos. La idea de transportar agua por gravedad mediante canales, arcos y tuberías sigue siendo la base de los sistemas hidráulicos modernos. Hoy los reemplazamos con bombas y tuberías de PVC, pero el principio no ha cambiado.
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El tornillo de Arquímedes
Inventado hace más de 2,200 años, este mecanismo permitía elevar agua desde ríos o pozos mediante una espiral dentro de un tubo. Se sigue utilizando en sistemas de riego y, sorprendentemente, también en turbinas hidroeléctricas modernas. Es un ejemplo perfecto de cómo un principio simple de mecánica puede adaptarse a distintos contextos.
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El papel
Los egipcios usaban papiro y los chinos perfeccionaron el papel hace más de 2,000 años. Aunque hoy tenemos pantallas electrónicas, el papel sigue siendo indispensable en educación, impresión, embalaje y comunicación. Su ligereza, bajo costo y facilidad de uso lo mantienen como uno de los inventos más influyentes de todos los tiempos.
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El cero
No es un objeto, pero sí un invento matemático de enorme impacto. Los mayas en Mesoamérica y los matemáticos en India lo introdujeron casi al mismo tiempo: un símbolo para representar la nada. Gracias al cero, fue posible desarrollar la aritmética posicional, el álgebra y, siglos después, la informática.
Más allá de lo tecnológico, estos inventos nos muestran que la ingeniería es un diálogo entre pasado y presente. No siempre se trata de reinventar la rueda, sino de perfeccionar ideas que ya demostraron su genialidad hace miles de años.
Y recordemos que: “Los que no recuerdan el pasado están condenados a repetirlo… pero en ingeniería, repetir lo mejor del pasado es un acto de sabiduría.” — George Santayana
El Ingeniero Regio
Dr. José Rubén Morones Ramírez
- Profesor e Investigador
- Centro de Investigación en Biotecnología y Nanotecnología (CIByN)
- Facultad de Ciencias Químicas
- Universidad Autónoma de Nuevo León.
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