Ayer, la Iglesia católica eligió a un nuevo Papa en el llamado cónclave, un proceso tradicional que data de varios siglos atrás. Aunque solemos enfocarnos en la parte espiritual y ceremonial, es interesante mirar cómo la ingeniería y la logística también juegan un papel crucial para que todo ocurra con precisión.
Uno de los detalles más llamativos es el sistema de la famosa “fumata” o señal de humo. Se utilizan sustancias químicas cuidadosamente preparadas para producir un humo blanco o negro, dependiendo del resultado de cada votación. El tubo que conduce el humo se conecta a un horno adaptado en la Capilla Sixtina, donde se quema la documentación de los votos. Generar humo de colores de forma estable y visible para las multitudes congregadas en la Plaza de San Pedro no es tan sencillo como podría parecer: se necesita un control adecuado de la temperatura y de la mezcla de sustancias para evitar señales confusas.
Además, la Capilla Sixtina requiere condiciones de conservación muy específicas para proteger las pinturas de Miguel Ángel de la humedad y los cambios bruscos de temperatura. Por ello, durante el cónclave, se aplican métodos de climatización y ventilación diseñados para regular la humedad y la calidad del aire, sin interrumpir la ceremonia ni dañar los frescos. Este sistema de control del ambiente es un claro ejemplo de cómo la arquitectura y la ingeniería se fusionan para salvaguardar uno de los tesoros artísticos más importantes del mundo.
En todos los rincones hay ingeniería
Finalmente, la logística para garantizar el aislamiento de los cardenales también tiene elementos de ingeniería y seguridad. Las entradas y salidas se sellan de forma temporal, y los dispositivos tecnológicos se restringen para asegurar la confidencialidad de las deliberaciones. Desde la disposición de los cardenales a la construcción de áreas específicas para descanso y comida dentro de la Ciudad del Vaticano, todo se planea con meticulosidad.
Al contemplar el proceso que define la elección de un nuevo líder para más de mil millones de fieles, no solo vemos un acto lleno de tradición y simbolismo, sino también el resultado de una planificación y un conocimiento técnico que respaldan cada momento del cónclave. Un recordatorio de cómo la ingeniería, en todas sus vertientes, puede estar presente incluso en los acontecimientos más solemnes y antiguos de nuestra historia.
Hay que recordar que “La ciencia sin religión está coja, la religión sin ciencia está ciega.” — Albert Einstein
El Ingeniero Regio
Dr. José Rubén Morones Ramírez
- Profesor e Investigador
- Centro de Investigación en Biotecnología y Nanotecnología (CIByN)
- Facultad de Ciencias Químicas
- Universidad Autónoma de Nuevo León
Te puede interesar: El Día del Niño: la chispa que enciende la ingeniería. – Identidad NL