La noche del miércoles 30 de abril, el Teatro Espacio Rogelio Villarreal Elizondo fue testigo de una puesta en escena tan poderosa como conmovedora. Se trata de “La Odisea“, una obra que combina el talento de actores de distintas generaciones para ofrecer un viaje teatral lleno de emociones, simbolismo y fuerza narrativa.
Bajo la dirección de Rennier Piñero, esta versión de “La Odisea“ —con adaptación de Alberto Conejero— se convierte en una travesía sensorial que explora los dilemas eternos del alma humana: el poder, la lujuria, la ambición y el deseo de regresar a casa.
La historia sigue el mítico regreso de Ulises (Diego de Lira) a Ítaca tras la guerra de Troya. Pero más allá de la odisea geográfica, la obra plantea una profunda reflexión sobre el conflicto interno del héroe, sus tentaciones y sus decisiones.
Diego de Lira ofrece una actuación intensa, visceral, vulnerable. Con una presencia escénica imponente, logra encarnar a un Ulises firme, desafiante y profundamente humano. El actor no sólo se entrega físicamente, sino que desnuda emocionalmente a su personaje, generando momentos de verdadera conexión con el público.
A su lado, Janneth Villarreal, como la hechicera Circe, impone una energía magnética. Con dominio escénico, sensualidad contenida y gran carácter, su actuación aporta uno de los momentos más hipnóticos de la obra.
Víctor Martínez, por su parte, brilla como el Cíclope, combinando fuerza, teatralidad y técnica, en una interpretación que aporta una dimensión mítica y poderosa al montaje.
El montaje destaca por una cuidada propuesta visual. La iluminación y la música no solo acompañan: potencian cada escena. El diseño escénico permite ver, con deleite, la aparición de criaturas fantásticas, como las sirenas o los dioses del Olimpo, sin perder la intimidad del drama humano.
“La Odisea“ no es solo el relato de un héroe que busca regresar. Es una metáfora del regreso a uno mismo. De quienes alguna vez se han perdido entre batallas personales, y que entienden que las guerras no terminan: lo que termina es el ser humano.
Con esta propuesta, Piñero y su elenco reivindican ese teatro comprometido, valiente y profundamente artístico, que no teme mezclar lo clásico con lo íntimo para generar una experiencia que resuena más allá del telón.