Vivimos rodeados de números. Marcan el ritmo de nuestro día, definen nuestras edades, se esconden en recetas, distancias, pagos, algoritmos… y, sin embargo, muy pocos números logran destacarse por lo que representan, por su historia o por lo que nos hacen imaginar. Esta semana, comparto cuatro números asombrosos: algunos infinitos, otros invisibles, y uno que nació en el antiguo México. Todos nos recuerdan que la matemática no sólo cuenta cosas… también las cuenta bien.
El googol: un uno seguido de cien ceros. No es un error tipográfico. Un googol es un número tan grande que ni el universo entero alcanza para representarlo físicamente. Fue inventado en 1938 por un niño de 9 años, Milton Sirotta, sobrino del matemático Edward Kasner, quien buscaba una palabra divertida para ilustrar cantidades absurdas. De ahí viene el nombre de Google, cuyo buscador aspira a organizar una cantidad de información tan grande… como un googol de datos.
El número áureo: belleza en forma de proporción. Aparece en las conchas, en los girasoles, en las obras de Da Vinci y en las tarjetas de crédito. El número áureo (también llamado phi, φ) es aproximadamente 1.61803… y representa una proporción que el ojo humano percibe como naturalmente armónica. Durante siglos, arquitectos, pintores y escultores han usado esta relación como guía de diseño. También está presente en el crecimiento de hojas, ramas y patrones de semillas. No es magia, es optimización evolutiva: el número áureo permite distribuir elementos con eficiencia y equilibrio.
El cero: el número que lo cambió todo. No significa “nada”, significa poder representar la nada. El cero revolucionó las matemáticas, la contabilidad y la astronomía. Pero no siempre existió. De hecho, fue una de las grandes invenciones del México antiguo: los mayas ya usaban un símbolo para el cero en su sistema vigesimal desde el siglo IV. Gracias al cero, los sistemas numéricos pudieron representar cantidades con precisión y realizar cálculos complejos. La rueda y el cero: dos invenciones humanas que parecen simples, pero sin las cuales no existiría ni el calendario, ni el comercio… ni la ciencia.
El número e: la constante del cambio. Menos conocido que pi, pero igual de importante. El número e (≈ 2.71828…) aparece siempre que hay crecimiento continuo: poblaciones, intereses bancarios, radiactividad, difusión del calor o incluso algoritmos de aprendizaje automático. Fue descubierto por Jacob Bernoulli al estudiar el interés compuesto, pero aparece en todos los rincones donde hay cambio constante acumulativo. Es el número oculto en el crecimiento del mundo… y de los datos.
Los números no solo sirven para contar, también para expresar relaciones, representar ideas y revelar patrones invisibles. Algunos nacieron jugando, otros observando la naturaleza, otros calculando lo intangible. Y recordemos que: “Las matemáticas no son la ciencia de los números, son la ciencia de los patrones.” — Lynn Arthur Steen
El Ingeniero Regio
Dr. José Rubén Morones Ramírez
- Profesor e Investigador
- Centro de Investigación en Biotecnología y Nanotecnología (CIByN)
- Facultad de Ciencias Químicas
- Universidad Autónoma de Nuevo León.
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