El terremoto de magnitud 8.8 registrado este lunes en la península de Kamchatka, en Rusia, ha sido catalogado como uno de los más poderosos de los últimos años, y uno de los puntos que lo hace interesante es que estuvo precedido por al menos dos sismos de una dimensión menor que fue escalando.
Así lo compartió el Dr. Juan Carlos Montalvo Arrieta, profesor-investigador de la Facultad de Ciencias de la Tierra de la Universidad Autónoma de Nuevo León, y miembro de la comunidad científica en materia de sismología.
El experto informó que el gran terremoto, término que se utiliza para dimensionar el tipo de sismo, estuvo precedido por una serie de fenómenos, ya que días antes se registró uno de magnitud 5.0 y luego otro de 7.4.
“La gran pregunta era si el de 7.4 era un sismo premonitor o el principal. Y resultó que sí fue una advertencia. Para la ciencia es un caso de estudio valiosísimo, porque ahora se podrá analizar toda esa secuencia para intentar afinar los criterios que permitan identificar avisos tempranos de grandes sismos”, reveló.
El evento ocurrió a las 17:24:50 horas UTC, es decir, a las 11:24 de la mañana en horario del centro de México. Inicialmente se reportó como un sismo de magnitud 8.7, pero posteriormente fue ajustado a 8.8 con base en datos recabados por estaciones sismológicas internacionales.
“El terremoto no fue aislado, días previos ocurrieron terremotos en esta región, pero uno de los aspectos importantes que se da en sismología, es saber cómo poder determinar si estamos frente a un premonitorio, cómo saber si hay un evento que me dicen que viene un evento más grande; desafortunadamente todavía no hay un desarrollo metodológico que pueda asegurar completamente de que hay un evento que previo a un gran terremoto”, advirtió.
El Dr. Montalvo Arrieta afirma que la pregunta que quedó en el aire en la comunidad científica internacional es: ¿será posible predecir un terremoto?
“Desde un punto de vista científico, este gran terremoto es de un gran interés, porque ahora con todas las estaciones que están distribuidas a nivel mundial y que comparten datos, va a ser de gran utilidad toda esta información para ver si se pueden dar todavía pasos importantes para poder distinguir si hay un aviso previo de un gran terremoto; y ahora al menos, estos sismos que han estado ocurriendo nos están avisando de que para este súper terremoto 8.8, sí hubo un premonitor de magnitud 7.4”, reiteró.
Montalvo Arrieta agregó que la información que se recabe tras el terremoto puede ayudar para generar algunos análisis metodológicos y poder extenderlos a otras regiones en el planeta donde también pueden ocurrir grandes terremotos cercanos a 9.
“De hecho, del lado de nosotros hay varias zonas de subducción donde también se sabe que pueden ocurrir terremotos cercanos a 9 o mayores a 9, por ejemplo, en Chile, en la zona de Valdivia, ocurrió en 1965 el terremoto instrumental más significativo en nuestro planeta, de 9.5; en esta misma región de Chile también han ocurrido terremotos de magnitud 8.5.
En nuestro país han ocurrido terremotos de magnitud 8.2. Entonces, toda la información que se genere a partir de estudiar este gran terremoto, pues va a servir para poder seguir entendiendo las causas y, sobre todo, poder determinar si hay premonitores que nos pueden avisar”, expuso.
Alerta temprana internacional
Aunque ocurrió del otro lado del mundo, los efectos del terremoto en Rusia activaron protocolos de alerta en las costas del Pacífico, incluyendo México.
Para el Dr. Juan Carlos Montalvo, el fenómeno representa un caso de éxito en la actuación de los sistemas internacionales de alerta temprana, pero también un llamado de atención sobre las carencias en regiones como el noreste de México.
“Este terremoto ya es considerado histórico por su magnitud y extensión. Se trató de una ruptura de más de 600 kilómetros de largo por 70 de ancho en el piso oceánico. Una falla de esas dimensiones provoca una liberación de energía enorme, y por eso se activaron de inmediato alertas de tsunami”, explicó el investigador.
Con una profundidad de apenas 20.7 kilómetros, el terremoto ocurrió en una zona de subducción donde la placa del Pacífico se hunde bajo la placa de Rusia. Estas características son típicas de los llamados sismos tsunamigénicos, es decir, capaces de generar tsunamis, y así fue.
“Cuando un terremoto ocurre en esta cuenca del Pacífico con menos de 50 kilómetros de profundidad, hay una alta probabilidad de que genere un tsunami. En este caso, se formó uno que afectó poblaciones costeras en Kamchatka, ya es posible observar videos que circulan en redes mostrando el ingreso del mar a zonas habitadas”, agregó.
El académico de la UANL explicó que cuando un sismo de esta magnitud ocurre, las instituciones oficiales como el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS) y la NOAA emiten alertas basadas en modelos que calculan la velocidad de propagación de las olas, su altura estimada y el tiempo de llegada a cada país.
“Para México se calculó que el tsunami podría llegar entre seis y siete horas después, con una altura máxima de entre 50 centímetros y un metro. La Secretaría de Marina fue la encargada de emitir la alerta oficial para los puertos del Pacífico. Afortunadamente, las estimaciones no fueron superadas”, indicó.
Este tipo de eventos permiten poner a prueba los sistemas de alerta y, en este caso, funcionaron de forma efectiva.
“Desde el terremoto de Sumatra en 2004, que generó un tsunami devastador, se fortaleció una red global de monitoreo sísmico y oceánico. Hoy en día hay instrumentación tanto en tierra como en el mar, incluyendo boyas que miden cambios de marea en tiempo real”, explicó.
Agregó que esa fue la gran lección que dejó el terremoto del 2004, generar todo un sistema de alertamiento para tsunamis en todo el planeta, mismo que se ha ido actualizando y mejorando de tal manera que superó la prueba que significó el terremoto del día de ayer, 29 de julio.
Lecciones para México y el noreste
Aunque el epicentro estuvo en Asia, las implicaciones alcanzan a México, tanto en la costa del Pacífico como en el norte del país.
“En nuestro país, desde Colima hasta Chiapas se tiene una zona de subducción donde pueden ocurrir grandes terremotos y ya tenemos evidencia en el pasado del sismo de 1985, un terremoto 8.1; y el terremoto que ocurrió en el 2017 de magnitud 8.2 e históricamente se ha encontrado que hay un terremoto todavía mucho más grande, un terremoto de magnitud de 8.6 y que se ha bautizado como el ‘Terremoto de San Sixto’ y que hoy grupos de colegas en la UNAM están estudiando la naturaleza y las características de ese gran terremoto que ocurrió hace ya mucho tiempo para poder entender esos procesos y, sobre todo, cada cuánto tiempo puede volver a ocurrir un terremoto de esa naturaleza”, continuó.
Incluso en el noreste del país, una región que por años se consideró sísmicamente estable, ya hay evidencia de actividad relevante.
“El sismo del 11 de mayo de 2025 en Montemorelos fue de magnitud 4.5 y se sintió en Monterrey, Saltillo y otras ciudades. Además, hay nuevas fallas identificadas, como el sistema Santo Domingo y la falla del Corcovado, esta última ya generó un sismo de magnitud 5. Son señales claras de que aquí también hay riesgo”, advirtió.
El investigador subrayó que el norte del país sigue rezagado en materia de instrumentación y cultura sísmica.
“Mientras más tiempo pase sin que ocurra un gran terremoto, más aumenta su probabilidad. Por eso se deben reforzar los sistemas de monitoreo y actualizar los protocolos de actuación”, insistió.
Agregó que muchos gobiernos ya hacen simulacros anuales, pero aún hay desinformación, y que la diferencia entre la vida y la muerte pueden ser segundos, por lo que es necesario que la gente sepa qué hacer antes, durante y después de un terremoto. Y esto solo se logra con educación y simulacros constantes.
La Facultad de Ciencias de la Tierra de la UANL, en colaboración con instituciones como la UNAM, ya trabaja en el análisis de los datos del sismo.
“Muchas estaciones internacionales comparten datos abiertos. Esta información nos permitirá entender mejor cómo ocurrió la ruptura, qué lo provocó y qué lecciones podemos aplicar en México. En especial en zonas donde hace tiempo no tiembla, pero se sabe que puede volver a pasar”, dijo.
La ciudadanía debe estar alerta
El sismólogo hizo un llamado a la ciudadanía para no subestimar fenómenos naturales por el simple hecho de haber ocurrido lejos.
Enfatizó en que los terremotos no entienden de fronteras y que el terremoto de Rusia nos recuerda que debemos estar preparados, aquí y en cualquier parte.
“Fortalecer la cultura de prevención es una responsabilidad de todos: gobiernos, instituciones y ciudadanos. No podemos esperar a que ocurra una tragedia para actuar”, advirtió.
De las redes sociales dijo que jugaron un papel clave en la difusión del sismo en tiempo real, pero también generaron confusión.
“Circularon videos antiguos de tsunamis y eso provocó alarma innecesaria. La gente debe saber distinguir entre fuentes confiables y desinformación. La recomendación es seguir páginas oficiales como el Servicio Sismológico Nacional, Cenapred, la Secretaría de Marina, Conagua y los centros de investigación”, concluyó.