El 8 de marzo es una fecha de lucha y memoria, se trata de un recordatorio de los avances que las mujeres hemos logrado y de los retos que nos quedan pendientes en la búsqueda de la igualdad. Desde los sucesos ocurridos en 1908 en la fábrica Cotton hasta la declaración oficial, por la Organización de las Naciones Unidas, del Día Internacional de la Mujer en 1977, el mundo se ha transformado, pero las fracturas sociales persisten.
En las geociencias, y en general en todas las áreas de la ciencia, las mujeres siguen enfrentando desafíos. De acuerdo con datos de la UNESCO, solo el 33.33% de los investigadores científicos son mujeres. En las geociencias esta fractura (o falla) es más contundente, de acuerdo con datos de The Gological Society of America, aunque las mujeres representan un 47% de la fuerza laboral en Estados Unidos, solo el 28% se dedican a esta disciplina.
En nuestro país la situación es aún más preocupante, pues no existe un registro preciso de cuantas geocientificas ejercen su profesión actualmente, ni de cuantas mujeres han estudiado geociencias. Esta falta de datos invisibiliza su contribución y dificulta aún más la creación de políticas que aseguren su participación y desarrollo profesional en este sector. La participación de las mujeres en las geociencias amplía la diversidad de perspectivas en la investigación, contribuyen a tomar decisiones importantes en temas como gestión de recursos naturales, prevención de desastres, cambio climático, etc.
La resilencia
A pesar de los obstáculos, muchas científicas han abierto camino para las futuras generaciones de jóvenes interesadas en la ciencia. Katya Echazarreta, la primera mexicana en ir al espacio, se ha convertido en una gran inspiración para todas aquellas niñas que soñamos con viajar a lugares lejanos; Julieta Fierro, una destacada astrofísica y divulgadora, nos ha enseñado a soñar más allá de las estrellas; geocientifícas como la Dra. Xioly Pérez Campos, jefa del Servicio Sismológico Nacional y María Fernanda Campa Uranga, la primera geóloga del IPN, son ejemplos de resiliencia y liderazgo dentro de las geociencias.
En la geología, las rocas ígneas suelen ser las pioneras, la base de las estructuras, mientras que las rocas metamórficas resisten al paso del tiempo, la presión constante y cambios contundentes. Las mujeres en la ciencia han sido ambas: constructoras y transformadoras.
Algunos peldaños para alcanzar la igualdad consisten en impulsar la educación inclusiva, acceso equitativo al empleo y liderazgo de las mujeres en la toma de decisiones profesionales. Aprovecho para agradecer a todas las grandes mujeres que han sido salvadoras en mi propia lucha interna y de la lucha del día a día como madres, profesoras, maestras, guías, científicas. Construyamos un mundo armonioso e igualitario donde cada niña pueda soñar con vivir plenamente.
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