Parece ciencia ficción. Pero no lo es. Muchas de las criaturas y escenarios más asombrosos del cine y la televisión tienen su origen en ingeniería que presenciamos en la naturaleza. Hongos que controlan cerebros, parásitos que crecen dentro de un huésped y animales que se regeneran… son sistemas de ingeniería naturales documentados, que luego los guionistas llevan al extremo. Esta semana, les comparto tres historias reales en las que la vida ha inspirado la ficción. Porque a veces, lo más increíble… es simplemente lo que ya existe.
En la viral serie de HBO-Max, The Last of Us, un hongo parásito convierte a los humanos en zombis sin voluntad. Aunque es ficción, se inspira en el hongo Cordyceps unilateralis, un hongo real que infecta a las hormigas carpinteras. Tras invadir su cuerpo, libera compuestos químicos que alteran el sistema nervioso del insecto. La hormiga abandona su colonia, sube por la vegetación y muerde una hoja con una fuerza mortal. Luego muere… y del cuerpo brota un tallo fúngico que liberará más esporas. No es casualidad: el hongo modifica el comportamiento para maximizar su propagación. Aunque no afecta a humanos, el mecanismo molecular del Cordyceps ha sido estudiado por neurocientíficos y farmacéuticos. De la selva tropical a la serie viral y un videojuego, una historia de terror basada en bioquímica real.
En Alien (1979), el xenomorfo crece dentro del cuerpo humano hasta reventarlo al salir. Su diseño inquietante fue inspirado por el artista H. R. Giger, pero la idea de un organismo que vive dentro de otro, oculto y creciendo, tiene raíces biológicas: virus como el mimivirus, o parásitos como el Candiru en el Amazonas, que entran al cuerpo y se desarrollan en él sin ser detectados al inicio. Además, ciertos parásitos como las avispas parasitoides insertan huevos dentro de otros insectos, donde sus larvas crecen y consumen al huésped desde adentro. Ridley Scott y su equipo se basaron explícitamente en estos ciclos biológicos al diseñar el “facehugger” y el nacimiento violento del alienígena. La naturaleza ya había escrito este guion hace millones de años.
En la saga X-Men, Wolverine se cura de heridas casi al instante. Pero en la naturaleza, hay seres que también poseen habilidades asombrosas de regeneración. Las salamandras y ajolotes, por ejemplo, pueden regenerar patas completas, colas, tejidos del corazón, e incluso partes del cerebro y la médula espinal. Este fenómeno ha sido inspiración directa para personajes con poderes regenerativos, no sólo en X-Men, sino también en Deadpool y Spider-Man. Hoy, la ciencia médica estudia las células madre pluripotenciales de estos animales para diseñar terapias humanas de regeneración de tejidos. Lo que antes era solo cómic, hoy es biotecnología en desarrollo.
La próxima vez que vean una serie de ciencia ficción, pregúntense: ¿cuánto de eso ya lo hizo la naturaleza primero? Porque, en muchos casos, la vida no solo imita al arte, sino que lo supera con creces. Y recordemos que:
“La ciencia, correctamente interpretada, no solo es más extraña que la ficción; es más extraña que cualquier cosa que podamos imaginar.» — Arthur C. Clarke
El Ingeniero Regio
Dr. José Rubén Morones Ramírez
- Profesor e Investigador
- Centro de Investigación en Biotecnología y Nanotecnología (CIByN)
- Facultad de Ciencias Químicas
- Universidad Autónoma de Nuevo León.
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