La cocina es el laboratorio más accesible de nuestra vida diaria. Cada hervor, cada chispa o cada enfriamiento tiene detrás principios físicos, químicos y termodinámicos que usamos sin saberlo. Esta semana, con el calor encima y las vacaciones cerca, respondemos cinco preguntas comunes que parecen simples, pero que esconden mucha ingeniería detrás.
¿Por qué la olla exprés cocina más rápido?
La clave está en la presión. Una olla exprés eleva la presión interna, lo que permite que el agua hierva a temperaturas superiores a los 100 °C. Al hacerlo, transfiere más energía al alimento en menos tiempo. Este principio está basado en la relación entre presión y punto de ebullición que estudia la termodinámica. Es, literalmente, cocinar con ingeniería de procesos.
¿Cómo funciona el microondas para calentar la comida?
El microondas emite ondas electromagnéticas (de unos 2.45 GHz) que hacen vibrar las moléculas de agua dentro del alimento. Esa fricción molecular genera calor de forma casi instantánea. Es un ejemplo claro de transferencia de energía por radiación a nivel molecular, una técnica que antes era exclusiva de laboratorios industriales.
¿Por qué el refrigerador produce frío, si no sopla aire frío?
En realidad, el refrigerador no “hace frío”: extrae el calor del interior. Lo logra mediante un ciclo de compresión-expansión de un gas refrigerante, que absorbe calor al evaporarse y lo libera al condensarse. Es el mismo principio que se usa en sistemas de aire acondicionado y en plantas de enfriamiento industrial.
¿Por qué añadir sal al agua la hace hervir “más rápido”?
Técnicamente, la sal eleva el punto de ebullición del agua, lo que permite una cocción más eficiente en ciertos alimentos como la pasta. Aunque no reduce el tiempo total de hervor, sí permite una cocción a mayor temperatura. Este fenómeno se conoce como ebullición por elevación del punto de ebullición coligativo.
¿Por qué los cuchillos de acero inoxidable no se oxidan?
El acero inoxidable contiene cromo, que al reaccionar con el oxígeno forma una capa delgada de óxido de cromo pasivo. Esta capa es tan delgada que no se ve, pero lo suficientemente resistente como para evitar la oxidación del hierro debajo. Es un ejemplo clásico de ingeniería de materiales aplicada a la vida diaria.
Así que la próxima vez que prepares café, metas algo al microondas o cortes una cebolla, recuerda que estás rodeado de ciencia. Y que la ingeniería, aunque no siempre se vea, está cocinando contigo.
Y recordemos que:
“La cocina es química pero la buena cocina lleva ingeniería y arte.” — Harold McGee
El Ingeniero Regio
Dr. José Rubén Morones Ramírez
- Profesor e Investigador
- Centro de Investigación en Biotecnología y Nanotecnología (CIByN)
- Facultad de Ciencias Químicas
- Universidad Autónoma de Nuevo León.
Te puede interesar: El PET: el plástico que cambió al mundo… y ahora debe reinventarse – Identidad NL