La madrugada del domingo 15 de junio, mientras los regios disfrutaban sus veladas en fiestas al ritmo de la cumbia del cometa, fueron iluminados por algo más que la luz de la ciudad. Un bólido, un meteoroide luminoso que se genera cuando una roca espacial entra a una velocidad hipersónica en la atmósfera terrestre, surcó el cielo regiomontano, generando una intensa luz blanca seguida de una estela fugaz. Vecinos de municipios como Guadalupe, San Nicolás, Apodaca, García y Monterrey mismo captaron el momento con cámaras de seguridad y celulares, evidenciando y viralizando la noticia.
Este fenómeno fue visible por apenas unos segundos, pero bastó para causar desconcierto y asombro entre los regiomontanos. En redes sociales no faltaron las hipótesis, los memes y los testimonios. Algunos pensaron en un meteorito como el que propició la extinción de los dinosaurios, otros en basura espacial y también se habló de explosiones o accidentes aéreos.
Opinión del especialista
En una entrevista ofrecida por el Dr. Carlos Alberto Guerrero Peña, profesor e investigador de la Universidad Autónoma de Nuevo León, se explicó que el evento corresponde a un bólido:
“Un objeto que atraviesa la atmósfera y viene del espacio exterior (…), pueden ser, por ejemplo, basura espacial o meteoroides, objetos de origen asteroidal, rocas que se encuentran orbitando la Tierra y que, por una perturbación, quedan atrapadas en el campo gravitacional de nuestro planeta y entran a la atmósfera”.
El investigador remarcó que, debido a la velocidad hipersónica, estos objetos se calientan, generando ablación y evaporación de los componentes de las piedras, lo que provoca que no dejen rastro de su impacto directamente en la Tierra. El meteoroide tenía un tamaño promedio estimado entre medio metro y 2.5 metros. Asimismo, destacó que no se trató de basura espacial, ya que el destello azul indica una alta concentración de magnesio, además de que el ángulo de trayectoria fue muy inclinado.
Este tipo de eventos no son raros, aunque sí poco comunes de presenciar. Se estima que todos los días entran a la atmósfera terrestre toneladas de material espacial, pero la mayoría se desintegra antes de tocar el suelo. Cuando el tamaño es mayor, el fenómeno se vuelve visible y espectacular, como ocurrió en Monterrey, pero en otras ciudades del mundo como Cheliábinsk, en Rusia en el año 2013, un meteoroide de 19 metros liberó una energía equivalente a 30 bombas de Hiroshima y causó daños materiales en la ciudad. La mayor parte del meteoroide se desintegró a una altura de 45 y 30 m y aun así liberó una cantidad de energía de 500 ± 100 KT, varios fragmentos lograron llegar a la superficie terrestre, el mayor de los cuales fue recuperado en el Lago Chebarkul (Brown et al, 2013; Popova et al., 2013).
Más allá de susto
Más allá del susto o la sorpresa este tipo de sucesos nos recuerdan que vivimos en un planeta en constante interacción con el espacio exterior. La detección y estudio de estos cuerpos, como asteriodes, cometas y meteoroides, ha cobrado relevancia internacional, no sólo por el interés científico, sino por el tema de seguridad y riesgo que algunos de ellos presentan.
Eventos como el paso del bólido el 15 de junio deben motivarnos a fortalecer la observación astronómica y la educación científica. Porque si bien los bólidos pueden ser pasajeros, el conocimiento que dejan tras de sí puede perdurar mucho más allá de su estela.
La entrevista completa con el Dr. Carlos Alberto Guerrero Peña se encuentra en el canal oficial de la UANL: https://www.youtube.com/watch?v=0EuCxTn-4Ow&t=5s&ab_channel=NotiUniUANL
Brown, P.G. et al. (2013). A 500-kiloton airburst over Chelyabinsk and an enhanced hazard from small impactors. Nature 503, 208.
Popova, O.P., et al. (2013). Chelyabinsk Airburst, Damage Assessment, Meteorite Recovery, and Characterization. Science, 29 Nov., Vol. 342, Issue 6162, 1069.
Facebook/Instagram/Tiktok: @lageoloca
Te puede interesar: Un río en el río: la lucha por salvar el Santa Catarina – Identidad NL