“El feminismo nunca había sido violento”, sentenció Lídice Ramos Ruiz, fundadora del Instituto Estatal de las Mujeres junto con la maestra María Elena Chapa.
En entrevista, la maestra de la Facultad de Filosofía y Letras (FFYL) de la UANL reflexionó en que históricamente el feminismo ha recibido violencias que llegan hasta la muerte como es el feminicidio, pero también en que la consigna de romper, quemar y destrozar durante la Marcha 8M no aporta al movimiento.
“No aporta. Como feminista la parte en la que estoy peleando siempre es que la violencia ejercida hacia las mujeres deja niños y niñas desamparados en sus casas porque se toma la vida de las mujeres.
«Las sociedades nuevas no se crean con violencia. Sí la violencia entra en los nuevos modelos de sociedad, pero yo esperaría que estas feministas violentas sean como la punta de lanza para crear sociedades de paz”, advirtió.
Ramos Ruiz se refiere a los daños que durante la Marcha 8M del año pasado sufrió el Palacio de Gobierno, de tres vitrales rotos, dos puertas dañadas por el fuego y numerosas pintas con grafiti.
Así como otros inmuebles de la ciudad, entre ellos el Museo de Arte Contemporáneo.
Desde otra visión
La feminista comparte que luego de 20 años de asistir a las marchas, el año pasado decidió ser observadora y pudo dialogar con estudiantes jóvenes, menores de 20 años, que acudieron de distintas universidades.
Alumnas del Tec y de la UDEM que les pidieron asistir para registrar lo que sucedía, mientras que las chicas de la UANL hacían pancartas, mantas y se maquillaban.
“El año pasado que fui observadora, vi que habíamos muchos feminismos y había horas para los feminismos, porque las primeras horas las utilizan para organizarse, pero luego empiezan a subir el tono del micrófono.
«Arengar más y motivar a gritar, y se empieza a percibir que van a suceder acto violentos; y fue así, rompieron los vidrios de Palacio. Esto es algo preparado, no es espontáneo aunque lo quieran vender así”, expuso Ramos Ruiz.
Otro fenómeno que cuestiona la académica y experta en estudios de género, son las consignas que pudo leer y escuchar durante la marcha.
“¿Tú crees que no me dolía? Pero las consignas que estaban gritando no eran mis consignas, decía yo eso es ¿porque ya estoy vieja? o ¿porque ya se superaron las consigas? Porque yo sigo viendo los mismos problemas no resueltos”, dijo.
Y cuestionó una postura en particular: Ciudad de las mujeres.
“Espérate la ciudad no es solo de las mujeres, la ciudad es de hombres y mujeres y es de todos, entonces este individualismo o este discurso del poder (…), pero no es del poder que tengo yo para que te quites tú, sino es el poder para conseguir una sociedad diferente. Entonces la sociedad no es mía, es de todos y de todas. Ahí es donde este discurso no está siendo analizado”.
En tanto la frase “Este cuerpo es mío”, para Lídice Ramos es un mensaje positivo,
“hablamos de límites a la decisión de la maternidad, en qué edad reproducirse, cómo vestir, eso es aceptadísimo. Pero la segunda pregunta en este tema sería ¿en qué contexto estoy viviendo?”, señaló.
No a las mujeres súper poderosas
El empoderamiento de la mujer es necesario, pero el concepto como se está trabajando no es el correcto, según la maestra Ramos Ruiz, figura del feminismo en el estado.
“Es muy riesgoso llamar a las mujeres poderosas, el empoderamiento es necesario. Nosotras queríamos tener trabajo para tener recursos financieros propios y ahora muchas lo tenemos, pero este concepto está como vacío, no lo quieren ver como un proceso.
«Hay una entrada en la economía de las mujeres como si fuéramos poderosas, como si pudiéramos lograr todo solas y no es así, necesitamos la ayuda de otros y otras”, continuó.
Aseguró la entrevistada que el discurso de que la mujer puede hacer todo sola y sin ayuda es riesgoso.
“Este discurso es peligroso. Porque te mueres en el intento, hay que trabajar una idea de comunidad porque no poner límites es riesgoso. Imagínate que no lo logres porque lo intentaste sola, te enfrentas a la realidad, te deprimes. Te frustras”, insiste.
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